La pregunta de hoy tiene relación con la gestión del turismo y la masificación. En concreto, estoy pensando en el turismo asociado a los entornos naturales.
Independientemente de polémicas, hay algunos ejemplos de turismo de naturaleza que se limitan por cuestiones obvias de capacidad de aforo de los aparcamientos para los coches que acuden a estos espacios naturales.
La verdad es que casi todos los casos, el criterio de aforo es relativo a los coches, no a la capacidad del entorno natural de soportar la presión de las personas. Pero bueno, el caso es que esta gestión tiene un coste y este coste en parte se repercute al turista.
Pondré algunos ejemplos. Todos los veranos nos encontramos con que se aplican estas restricciones. El resto del año, en la mayoría de los casos, estas restricciones desaparecen, por ejemplo, en el Valle de Ordesa para visitar el Parque Nacional de Ordesa y Monte perdido (Huesca, España).
Se trata de uno de los entornos naturales más visitados. Y solo suben autobuses previo pago y el número de personas que pueden subir está limitado. En este caso, la verdad es que la limitación que comentaba por aforo de vehículos no es tal si no es más bien por número de personas en función de las personas que caben en los autobuses.
Otro ejemplo similar es el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama en la Comunidad de Madrid, entre Madrid y Segovia. Yo me refiero a la vertiente madrileña, que es la que conozco. Durante todo el año se limita el acceso a los vehículos, pero en realidad esta limitación solo es necesaria en los fines de semana, cuando hace buen tiempo en los que la afluencia de coches es mayor que la capacidad de los aparcamientos de la zona visitable.
En el verano de 2024 se añadió una restricción, y es que había que reservar el pase con anticipación de manera online, pagando una pequeña cuota de cinco euros para poder acceder.
Ocurre en muchos sitios, ocurre en la plataforma de Gredos, ocurre en el castañar de El Tiemblo y en multitud de espacios naturales a lo largo de toda la geografía española.
El futuro del turismo de Naturaleza
Si esta tendencia se extiende y si la presión de la demanda de visitas aumenta, ¿podría llegar a limitarse la demanda mediante tarifas más altas? ¿Podrían ser estas tarifas un factor limitante para que cualquiera pudiera disfrutar de los entornos naturales?
Ahora mismo, realmente cinco euros no es una gran inversión y cualquiera se puede permitir hacer estas visitas.
Más allá de esto, me pregunto si no sería necesaria la habilitación de más espacios de esparcimiento en la Naturaleza.
Tal vez el problema es que nos falta naturaleza en nuestros entornos, porque la hemos devorado toda. Tal vez nos deberíamos plantear el desarrollo y la restauración de entornos naturales para uso y disfrute de los ciudadanos y sin necesidad de cobrar una entrada.
¿Faltan entornos naturales o somos demasiados para esta Naturaleza que hemos dejado a nuestro alrededor?
Antes de terminar, pondré el ejemplo de una isla griega, Zante, que es un refugio para la reproducción de la tortuga marina llamada «Caretta caretta». Dicen los ciudadanos de la isla que necesitan menos turistas, pero que se gasten más dinero.
No sé si deberíamos reconfortarnos con un turismo de realidad virtual estando, pero sin estar. Lo que llevamos haciendo durante muchos años en la Cueva de Altamira, que visitamos una réplica exacta, pero no la cueva original.
Hoy en día con la tecnología nos podemos permitir realizar copias exactas virtuales de 360º de cualquier entorno. Y disfrutarlas casi como estuviéramos allí, pero eso no es lo mismo que realmente hacer una visita y menos en la Naturaleza. Tal vez la tecnología de la película «Rogue One», esa de la parte más tecnológica y menos fantasiosa, sea una posible solución. Porque al final, de cualquier manera, todo esto tiene un coste. ¿Será un derecho universal visitar la Naturaleza o será un derecho para el que lo pueda pagar?
Hasta pronto.
Ignacio de Miguel