El grupo automovilístico Stellantis que aglutina a una docena de marcas de vehículos, entre los que se encuentran las populares Citroen, Peugeot y Opel va a construir una fábrica de baterías de ion sodio para vehículos eléctricos.
Estas baterías de sal, de sodio en realidad para ser precisos tienen una serie de ventajas y otros tantos inconvenientes.
Son más baratas que las habituales baterías de ion litio, entre otras cosas por no depender del litio.
A cada ventaja hay que emparejarle un contra, así que no tengo claro que sean realmente interesantes a día de hoy salvo para poder fabricar vehículos eléctricos económicos.
Coches eléctricos más baratos que serán también pequeños (las baterías tienen menor potencia y autonomía). Y unas baterías que ya veremos cómo se reutilizan y reciclan después de su menor durabilidad que las utilizadas hasta ahora.
El titular de la noticia a la que hago referencia contiene una mentira «mayor autonomía». No es cierto, el propio contenido de la noticia lo desmiente, es justo al contrario.
Parece que el precio manda, y es lo que empuja a estas baterías de sodio, pero no les encuentro ninguna otra ventaja real a medio plazo.
Estas baterías en cualquier caso siguen sin tener en cuenta el principal problema de los coches eléctricos precio aparte: no tenemos infraestructura suficiente para recargarlos en caso de adopción masiva.
Cierto que la adopción masiva no se espera, precisamente por el precio, pero sí parece ser el objetivo. ¿Pero dónde cargaremos los coches?
El sistema de vías electrificadas para carga inalámbrica de los vehículos es más utópico, complejo y caro que la posible infraestructura de carga rápida en las ciudades para un parque móvil de coches eléctricos.
Mientras tanto Honda trabaja en modelos movido por hidrógeno, otra de las incógnitas que nos depara el futuro a medio plazo.
A veces tengo la sensación de que estamos estancados en movilidad sostenible.
Ignacio de Miguel