No es la primera vez que hablo sobre un ecosistema creado por el hombre. Allá por abril del 2023 me posicioné sobre la demolición de la presa de Valdecaballeros haciendo referencia a esta circunstancia: la presa es una construcción artificial que ha tenido una serie de consecuencias negativas para el rio y otras positivas para la creación de un ecosistema acuático que no existía antes.
En este caso traigo otro caso parecido en el que el abandono de una minería a cielo abierto ha generado una balsa de agua que con el tiempo se ha convertido en un pequeño ecosistema con propiedades muy interesantes desde el punto de vista medioambiental. Se trata de las lagunas de Ambroz en Madrid.
Aquí quiero hacer un inciso, ya que he evitado decir «alto valor ecológico» puesto que para mi todo medio natural tiene el mismo valor ecológico, ya sea una laguna, un desierto o un bosque. Sin entrar en ese debate, que será para otro día, continúo con el caso que nos ocupa.
Parece ser que la actividad minera quiere ser recuperada, y en cualquier caso, se trata de una zona que es o se va a convertir en urbana, es decir, en la que se va a construir.
Grupos ecologistas y vecinales se oponen a la desaparición de la laguna y del ecosistema que se ha generado con la presencia de aves y la biodiversidad que acompaña a una masa de agua permanente.
Situación actual
Hay que tener en cuenta los siguientes puntos.
- La laguna no hubiera existido sin la actividad minera.
- La reanudación de la actividad minera en principio está supeditada a que se mantenga la masa de agua principal de la laguna.
- El proyecto de urbanización contempla ajardinar los alrededores de la laguna y mantenerla dentro de un parque urbano.
A pesar de todo esto la oposición a las actuaciones sobre la zona no han disminuido.
Ahora me pregunto, ¿tenemos derecho a eliminar un ecosistema que se ha creado por la actividad humana? ¿Debemos proteger a toda costa la biodiversidad que se ha generado?
Un ecosistema artificial a conservar
Aunque te pueda parecer que la respuesta obvia es «si», me permito recordarte que «antes todo esto era campo». Esta frase es atribuible a miles de lugares donde ahora hay viviendas o parques industriales. Viviendas donde vivimos tú y yo, e industrias donde trabajamos o que producen cosas que utilizamos.
Es decir, que para tener lo que tenemos hemos tenido que ganarle terreno a la Naturaleza. Ahora el Reglamento de la Restauración de la Naturaleza dictado por la Unión Europea nos obliga a revisar qué ecosistemas tenemos degradados y ponernos manos a la obra para restaurarlos.
Porque una cosa es que hayamos tomado el terreno natural para nosotros, y otra que destruyamos absolutamente todo desequilibrando a la Naturaleza. Te recuerdo que necesitamos ese equilibrio natural para poder sobrevivir en este mundo llamado Tierra.
Así que dicho esto, alegato incluido, la pregunta clave es ¿dónde está el límite de los ecosistemas que debemos preservar y restaurar con las áreas urbanizables que necesitamos para vivir?
La respuesta no es sencilla, pero si tengo que decidir entre restaurar un ecosistema natural degradado que va a seguir siendo siempre un ecosistema natural, o proteger un pequeño ecosistema creado por el hombre, me quedo con la primera opción.
Plantear esto en términos de dicotomía o elección entre una cosa y otra es una trampa demagógica que acabo de hacer, no me lo tomes en cuenta, lo que quiero es que reflexiones en profundidad para que me lleves la contraria si no estás de acuerdo, pero con argumentos sólidos.
Creo que nadie tiene la respuesta con la verdad absoluta, y que debemos buscar el equilibrio entre lo urbano y lo natural. Ese equilibrio se encuentra mejorando las áreas limítrofes entre ambos. Creo que sería un error tanto pensar sólo en términos urbanos como sólo en términos de protección de la Naturaleza.
En este caso se trata de un territorio asimilado para usos urbanos en el que ha surgido un ecosistema que creo sinceramente que podemos conservar manteniendo los planeamientos urbanos de alrededor.
Desde luego no serán las mismas condiciones que la Naturaleza pura, pero no nos engañemos, lo que hay ahora en esta zona no es Naturaleza pura. Lo sería hace miles de años, pero no ahora. Esta es mi conclusión sobre el caso particular de las lagunas de Ambroz.
Y ahora añado: Pongamos nuestros esfuerzos en evitar la degradación de aquellos territorios donde podemos hablar de Naturaleza pura, y en restaurar aquellos que pueden estar cerca de serlo pero los hemos destrozado.
Referencias: