Existen unos casos muy mediáticos de fauna silvestre en entornos urbanos. Es el caso de los jabalíes, que de vez en cuando entran en zonas residenciales.
Esto es algo habitual en muchas poblaciones, además de ser un problema por su agresividad. Ocurre en poblaciones lindantes con amplias zonas boscosas, aunque no lo verás en el centro de una gran ciudad.
Este es el caso más conocido de fauna silvestre entre nosotros (obviando insectos y ratas).
En segundo lugar, sin ordenar por ningún criterio en particular, tenemos los animales silvestres que son atropellados en las carreteras: conejos, erizos, culebras, ranas, ardillas, linces y cérvidos.
Parece claro que necesitamos reflexionar sobre la convivencia animal y nuestras costumbres, cómo compatibilizar nuestra vida con la vida silvestre.
También tenemos vencejos, aviones y golondrinas. Son aves bastante similares entre sí, aunque con costumbres bien diferenciadas que nos ayudan a identificarlas.
En general, se aprovechan de las construcciones humanas, incluidas las más urbanas, para anidar bajo tejadillos o en huecos a cubierto.
¿Y qué sería de nosotros si en verano no aparecieran los murciélagos en nuestras calles para quitarnos toneladas de insectos de alrededor?
Hay otro caso que a mi me interesa también mucho, y es la presencia de aves rapaces entre nosotros.
Podemos detectar cernícalos en grandes parques, además de en los entornos de viviendas en núcleos de poblaciones rurales y pequeñas con cercanía a los campos.
Y lo más sorprendente de todo es que podemos localizar halcones sobrevolando alrededor de edificios de gran altura en el centro de las ciudades como Madrid.
En el año 2022 se creó en Madrid la Asociación de Halcones Urbanos para hacer seguimiento y proteger a los halcones que de forma totalmente espontánea han decidido vivir entre nosotros en las azoteas de algunos de los edificios más altos de Madrid capital.
No son muchos los halcones localizados, pero no tengo dudas de que su población urbana podría crecer poco a poco.
Hace unos años fue noticia una águila calzada que cazó una paloma en medio del Paseo de la Castellana en Madrid, centro financiero de la capital, hasta arriba de gente y coches.
Puede que esta águila estuviera un poco despistada, pero no es tan sorprendente si tenemos en cuenta la gran cantidad de zonas verdes de Madrid y particularmente el Monte de El Pardo, que no deja de ser una reserva natural que une la ciudad con las montañas.
Seguro que me he dejado algún ejemplo más de fauna silvestre que se adentra en lo que creemos que es nuestro territorio exclusivo.
Estos casos deben hacernos reflexionar que como especie animal somos un elemento más de la Naturaleza. Es cierto que transformamos el entorno más que cualquier otra especie, y eso tiene como consecuencia hacerlo poco habitable para otros animales silvestres.
Pero no hay exclusividades, y muchos animales se han beneficiado de nuestros entornos modificados (murciélagos, vencejos, aviones por ejemplo), y a otros parece no importarles demasiado el cemento, vidrio y hierro de los edificios para salir de caza o buscar su alimento.
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Hasta pronto.
Ignacio de Miguel