En términos generales para mi hay tres tipos de conservacionistas, del medio natural me refiero.
Los hay que lo son por puro amor a la Naturaleza pero que no se plantean gran cosa al respecto.
Los hay que lo son porque atribuyen a los animales cualidades humanas. Estos son los que no dudan en querer hacerse una fotografía con un tigre o un elefante a sus espaldas sin ser conscientes de que su vida está a punto de acabarse por esa exposición.
Y los terceros, como yo, que creemos que la biodiversidad natural es beneficiosa para la calidad del medio ambiente, y por tanto para nosotros. El nivel de egoísmo en este perfil es algo variable.
Dentro de este grupo, más específicamente soy de los que considero que necesitamos un equilibrio entra Naturaleza y ser humano. En ocasiones la balanza se inclinará hacia el ser humano, como en las ciudades y carreteras, y en ocasiones la balanza se inclinará en favor de la Naturaleza como en las áreas protegidas.
De lo que estoy convencido es de que hay muchos que no pertenecen a ninguno de estos grupos. Hemos podido ver estos días de intensas tormentas en España cómo se colapsaban a las 8 de la mañana los aparcamientos de zonas de montaña a las que se desaconsejaba desplazarse por motivos de riesgo para las personas.
Esos que no son capaces de respetar su propia integridad física, cómo van a respetar lo que les rodea.
Pero ese es otro tema, que me despisto.
La cuestión de hoy es el lobo ibérico. El Parlamento español, siguiendo la posibilidad que le ha dado Europa, ha rebajado la protección del lobo ibérico, de forma que volverá a la situación anterior a 2021 en la que podía ser controlado, es decir, cazado, al norte del rio Duero.
Los ganaderos y los cazadores están muy contentos. Los primeros porque podrán matar a los lobos que atacan a su ganado. Los segundos porque podrán cazar a los lobos, una presa muy codiciada por escurridiza y escasa.
Parece ser, porque no tengo cifras oficiales y éstas tampoco son muy de fiar, que desde que se prohibió matar lobos han aumentado los ataques al ganado.
El censo de lobos no se sabe si ha aumentado, porque hasta dentro de unos meses no habrá cifras oficiales de las comunidades autónomas implicadas. Aunque tampoco los censos oficiales de lobo ibérico son de fiar porque sobreestiman el número de ejemplares por manada y el número de manadas existentes.
En la Comunidad de Madrid nos vendrían bien unos cuantos lobos más para controlar a la cabra montés y así que no tuvieran que eliminarlas los cazadores furtivos (no está permitida la caza en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama).
Para que haya más lobos en Madrid es necesario que se expandan las poblaciones del norte del río Duero hacia el sur, pero si allí son «controladas», es muy difícil.
Ninguna de estas cuestiones es la importante. Tenemos que ir al origen de todo: ¿Es el lobo una especie necesaria para la mejor conservación de nuestros ecosistemas de montaña? ¿Es compatible el lobo con la ganadería extensiva? ¿Debemos preservar la especie independientemente de las respuestas a las preguntas anteriores?
Estas son las respuestas que debemos buscar para tomar una decisión al respecto de la conservación del lobo ibérico.
Me gustaría preparar un monográfico extenso sobre el lobo ibérico en la Península Ibérica, pero para eso necesito algo de incentivo. Si te interesa de verdad, envíame un mensaje a través de hombredecimo.com/lobo
No te confíes en que otros lo pedirán, tengo poca audiencia. Si te interesa de verdad, visita la página hombredecimo.com/lobo y responde a la encuesta. Gracias.
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Hasta pronto.
Ignacio de Miguel