La falta de vitamina D se ha convertido en un problema en nuestra sociedad española.
A los bebés se les suplementa con vitamina D y a las personas mayores también.
En realidad, a todos a partir de los 40 años nos hacen un análisis de sangre y pocos son los que se libran de suplementarse con vitamina D.
La reducción a la exposición solar por el aumento de cánceres de piel impide que nuestro cuerpo genere la vitamina a partir del sol.
La vitamina D también la podemos ingerir [pdf] en alimentos como los pescados azules, la leche o el hígado de vaca.
Lo de comer hígado pasó a la historia, la leche cada vez se consume menos y más desnatada. Y el pescado azul no es el mayoritario en las casas.
Resumiendo, tenemos una falta de vitamina D crónica. En países como EEUU la leche va suplementada con vitamina D de forma sistemática, así que no es solo una cuestión de España.
Te cuento todo esto porque recientemente se ha visto que la vitamina D tiene relación con el cáncer.
Por un lado, se ha observado que pacientes con cáncer que tienen mayores niveles de vitamina D responden mejor a los tratamientos.
Por otro lado, se ha observado que la vitamina D mejora la presencia de determinada microbiota que se relaciona con la inmunidad y el cáncer.
Ya sabemos que la vitamina D es necesaria para la absorción del calcio, que mejora la situación de músculos y nervios, y que regula y fortalece el sistema inmunológico.
Es posible que todo esto lo logre en parte por la regulación de la microbiota. La microbiota nos controla.
¿Recuerdas esa frase de abuela, tan de moda, de que el estómago es el segundo cerebro? Tal vez sea el primero y más importante de nuestro organismo.
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Hasta pronto.
Ignacio de Miguel
