Recientemente se ha publicado un artículo en The Conversation sobre el llamado “bosque sucio”. En el artículo se explica la situación de la renaturalización espontánea de las áreas forestales.
Cuando hablo de área forestal no sólo hablamos de masas arbóreas, sino de cualquier área verde natural.
El artículo explica muy bien lo que pasa cuando una pradera deja de servir de alimento al ganado, por ejemplo: “Los campos y pastizales abandonados se transforman primero en matorrales y, con el tiempo, en bosques, gracias a la colonización progresiva por parte de arbustos y árboles. Es decir, el monte “sucio” es un estado más en la dinámica del ecosistema […]”
Lo que ocurre fundamentalmente es que se acumula material combustible para los incendios.
A pesar de que empieza contando también los problemas que esto acarrea, el artículo aboga por dejar el “monte sucio”, es decir, dejar que el espacio se renaturalice de forma natural a su ritmo sin intervención humana, al menos, donde no se utilice dicho monte.
Y es aquí donde entra la paradoja de tal afirmación. Si tiene lugar la renaturalización espontánea o natural de una determinada área es porque no se utiliza, luego está abogando por no intervenir nunca en el proceso.
Pero los incendios forestales son un problema hoy en día. Lo son porque afectan a poblaciones, porque devastan enormes áreas verdes de matorral, bosque bajo o bosque consolidado.
Los perjuicios de los incendios son mayores que los beneficios. No estoy loco al afirmar que los incendios forestales tienen beneficios: los pequeños incendios forestales, limitados en intensidad y extensión tienen beneficios, pero esto no es lo que ocurre hoy en día.
El coste de la prevención de los incendios es mucho menor que el coste de apagarlos, porque no podemos dejar que se extiendan de forma natural.
Más aún cuando algo más del 50% de los incendios forestales son provocados y un 30% son por causa de negligencia o accidente en los que intervienen las personas.
Para tener una visión completa de los incendios forestales y entender por qué pequeños incendios pueden ser beneficiosos y por qué los grandes incendios no lo son, recomiendo este monográfico sobre incendios forestales del Colegio de Biólogos de la Comunidad de Madrid.
Mi conclusión: Es bueno que dejemos a la Naturaleza seguir su curso, sobre todo en etapas tempranas de evolución de pasto a matorral, pero no podemos dejar “el monte sucio”, y debemos intervenir para prevenir los incendios forestales. Y además sobre los bosques consolidados, no podemos dejar que se conviertan en superficies listas para arder sin parar.
Esto nos lleva otro día a hablar de la ganadería extensiva, pero eso será una continuación del tema de hoy.